Home » Adaptación del Sistema de Enfermedades Profesionales a los Nuevos Riesgos Psicosociales en el Entorno Digital

Adaptación del Sistema de Enfermedades Profesionales a los Nuevos Riesgos Psicosociales en el Entorno Digital

La aparición de riesgos psicosociales vinculados a nuevas profesiones relacionadas con el mundo virtual y la inteligencia artificial ha generado un desajuste entre el listado oficial de enfermedades profesionales y la realidad actual.

Este desajuste complica la calificación de una enfermedad como común o profesional, debido a que los factores que causan patologías laborales eran previamente desconocidos.

En este artículo se esboza un sistema híbrido que combine el catálogo de enfermedades profesionales con un procedimiento dinámico que considere la etiología de las enfermedades y su correlación con las tareas y funciones específicas de los trabajadores, poniendo un énfasis especial en la salud mental.

1. Antecedentes

El 12 de enero de 2024, el Juzgado de lo Social núm. 28 de Barcelona dictó una sentencia sobre la determinación del carácter de una contingencia (común, profesional o accidente de trabajo) en un caso de incapacidad temporal de un trabajador que ejercía como moderador de contenido en una empresa de “call center”.

Este trabajador, que desempeñaba funciones como la clasificación de contenidos violentos y gráficos, alegó que su incapacidad derivaba de un accidente de trabajo y no de una enfermedad común, basándose en la exposición a riesgos psicosociales inherentes a su actividad laboral.

La empresa, Telus International Customer Experience & Digital Solutions, proporcionaba servicios de moderación de contenido para grandes clientes como Google y Meta.

Según la sentencia, desde 2018, el trabajador en cuestión había estado expuesto a contenido extremadamente violento y perturbador, lo que había generado en él diversas afecciones psicológicas. A pesar de la formación recibida y la evaluación de riesgos psicosociales realizada por la empresa, esta no ofreció una vigilancia adecuada de la salud mental de sus trabajadores.

El resultado fue que más del 20% de la plantilla llegó a estar de baja por trauma psicológico, y el trabajador, tras una prolongada incapacidad temporal, finalmente cesó en la empresa.

La sentencia del INSS determinó que la incapacidad temporal derivaba de un accidente de trabajo, lo que plantea la necesidad de reconsiderar el encuadramiento de ciertas patologías mentales dentro del catálogo de enfermedades profesionales.

2. La Importancia en la Calificación de la Contingencia

La calificación de una contingencia como común o profesional es fundamental en el sistema de Seguridad Social español, ya que afecta directamente a la protección y las prestaciones que recibe el trabajador. Esta distinción no solo influye en los beneficios económicos que percibirá el trabajador durante su incapacidad, sino también en las responsabilidades de la empresa y las entidades aseguradoras.

Cuando una contingencia se considera profesional, las prestaciones son más favorables para el trabajador. Por ejemplo, en caso de enfermedad profesional o accidente laboral, no se requiere un periodo previo de cotización para acceder al subsidio por incapacidad temporal. Además, la base reguladora para calcular el importe de las prestaciones es generalmente más alta, ya que incluye la suma de las cotizaciones del mes anterior y las horas extraordinarias del año natural anterior, proporcionando un mayor apoyo financiero al trabajador afectado.

Por el contrario, si la contingencia se califica como común, el trabajador necesita acreditar un periodo mínimo de cotización de 180 días en los cinco años anteriores al hecho causante para tener derecho al subsidio. Además, la cuantía del subsidio es menor y comienza a pagarse a partir del cuarto día de baja, a diferencia del primer día en el caso de contingencias profesionales. Esta diferencia puede significar una significativa reducción en los ingresos del trabajador durante el periodo de incapacidad.

Además, la calificación de la contingencia también determina quién es responsable del pago de las prestaciones. Si se trata de una enfermedad común, la Seguridad Social asume el coste de las prestaciones y de la asistencia sanitaria. En cambio, si es una contingencia profesional, la mutua de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales es la responsable, y debe abonar no solo las prestaciones sino también reintegrar a la entidad gestora el coste de la asistencia sanitaria prestada.

Este aspecto es particularmente relevante en el caso de nuevas profesiones, como la de moderador de contenidos. Estas profesiones a menudo implican riesgos psicosociales significativos, como la exposición continua a contenido violento o perturbador, que pueden generar trastornos mentales.

La sentencia del Juzgado de lo Social núm. 28 de Barcelona puso de manifiesto la necesidad de reevaluar cómo se califican estas contingencias. El trabajador afectado desarrolló serios problemas de salud mental debido a su trabajo, inicialmente considerados como enfermedad común. Solo tras una reclamación, se reconoció la relación directa entre su trabajo y su patología, recalificándose como accidente de trabajo.

La correcta calificación de estas contingencias es vital no solo para asegurar que los trabajadores reciben las prestaciones adecuadas, sino también para reconocer oficialmente los riesgos asociados con nuevas formas de trabajo. Esto permite una mejor prevención y gestión de los riesgos laborales por parte de las empresas, quienes deben implementar medidas adecuadas para proteger la salud mental de sus empleados. Así, se fomenta un entorno laboral más seguro y saludable, ajustado a la realidad actual del mercado laboral.

En definitiva, la importancia de la calificación de una contingencia radica en su impacto directo sobre la protección social del trabajador, la responsabilidad empresarial y la capacidad del sistema para adaptarse a nuevos riesgos laborales. Reconocer estos factores y actuar en consecuencia es esencial para garantizar una justa y efectiva protección para todos los trabajadores, especialmente aquellos en profesiones emergentes y con riesgos psicosociales elevados.

3. La distinción entre accidente de trabajo y enfermedad de trabajo

La legislación laboral española distingue claramente entre accidente de trabajo y enfermedad de trabajo, aunque ambos conceptos se relacionan con el daño sufrido por el trabajador debido a su actividad laboral. Esta diferenciación es crucial porque afecta la manera en que se gestionan las contingencias y se determinan las responsabilidades y prestaciones.

Un accidente de trabajo se define como cualquier lesión corporal que el trabajador sufra con ocasión o por consecuencia del trabajo que ejecuta por cuenta ajena. Esta definición incluye no solo las lesiones físicas, sino también aquellas enfermedades o defectos preexistentes que se agravan debido a un accidente laboral. Además, se consideran accidentes laborales las enfermedades que, aun no estando catalogadas oficialmente como profesionales, son causadas exclusivamente por la realización del trabajo.

En términos prácticos, el accidente de trabajo se caracteriza por ser un evento súbito y violento, que ocurre en un momento y lugar específicos durante la jornada laboral. Ejemplos típicos son las caídas, los cortes, o cualquier incidente que cause una lesión inmediata y visible. Este tipo de accidentes facilita la identificación del vínculo entre el trabajo y la lesión, liberando al trabajador de la carga de probar esta relación causal en muchos casos.

Por otro lado, una enfermedad de trabajo es una condición que se desarrolla de manera gradual y lenta debido a la exposición continua a factores perjudiciales en el entorno laboral. A diferencia de los accidentes, las enfermedades de trabajo no tienen un momento de inicio claro y definido. Estas enfermedades pueden incluir problemas respiratorios por exposición prolongada a polvo o químicos, trastornos musculoesqueléticos por posturas forzadas y repetitivas, y enfermedades psicosociales como el estrés crónico.

La jurisprudencia y la doctrina han ampliado la interpretación del accidente de trabajo para incluir enfermedades de trabajo bajo ciertos criterios. Por ejemplo, si un trabajador sufre un infarto o un ictus durante su jornada laboral, y se puede demostrar que las condiciones de trabajo (como el estrés extremo o la carga de trabajo excesiva) fueron factores determinantes, este evento puede ser calificado como accidente de trabajo. Sin embargo, esta calificación requiere una evaluación más compleja y una carga probatoria significativa para demostrar la relación directa entre la enfermedad y las condiciones laborales.

La flexibilidad jurisprudencial permite considerar ciertas enfermedades, que no aparecen en el cuadro oficial de enfermedades profesionales, como accidentes de trabajo si se demuestra que han sido causadas exclusivamente por el trabajo. Esta interpretación es especialmente relevante en casos de nuevas profesiones y riesgos emergentes, donde la normativa puede no estar actualizada para incluir todas las posibles patologías relacionadas con el trabajo.

En el caso específico de los moderadores de contenido de empresas de tecnología, que están expuestos a material extremadamente perturbador, la distinción entre accidente y enfermedad de trabajo cobra especial relevancia. Estos trabajadores pueden desarrollar trastornos mentales debido a la exposición continua a contenido violento. Aunque no se trata de un accidente en el sentido clásico, la exposición prolongada a estos factores de riesgo puede causar daños psicológicos graves, que deberían ser reconocidos y gestionados como contingencias profesionales.

La dificultad principal radica en que no existe una definición única y clara de lo que constituye una enfermedad de trabajo, y su evolución no es homogénea. Cada caso puede presentar diferentes grados de gravedad y manifestarse de maneras diversas, lo que complica la evaluación y calificación de estas enfermedades. La normativa actual requiere que el trabajador demuestre que su enfermedad fue causada exclusivamente por su trabajo, lo que puede ser un desafío considerable, especialmente en casos de enfermedades mentales donde los factores causales pueden ser múltiples y entrelazados.

Para abordar estos retos, es necesario un enfoque dinámico y actualizado en la calificación de enfermedades de trabajo, que refleje la realidad de las nuevas formas de trabajo y los riesgos emergentes. Esto incluye la posibilidad de ampliar el catálogo de enfermedades profesionales o de desarrollar un sistema híbrido que permita una evaluación más flexible y precisa de las enfermedades de trabajo. Este sistema debería considerar no solo la exposición a factores de riesgo físicos, sino también a factores psicosociales y emocionales, que son cada vez más prevalentes en el entorno laboral moderno.

En conclusión, la distinción entre accidente de trabajo y enfermedad de trabajo es esencial para la correcta gestión de las contingencias laborales. Reconocer y adaptarse a los nuevos riesgos y formas de trabajo es crucial para garantizar una protección adecuada y efectiva para todos los trabajadores, especialmente aquellos en profesiones emergentes que enfrentan riesgos significativos para su salud mental y física.

4. Riesgos psicosociales y enfermedades relacionadas con la salud mental

La aparición de nuevas profesiones en el ámbito digital y tecnológico ha traído consigo no solo innovaciones y oportunidades, sino también una serie de riesgos psicosociales que no siempre están contemplados en la legislación vigente. Los moderadores de contenido, desarrolladores de inteligencia artificial, y otros roles vinculados a la gestión y control de información digital, son ejemplos claros de profesiones que enfrentan riesgos específicos para la salud mental debido a la naturaleza de sus tareas.

Los riesgos psicosociales son aquellos que afectan el bienestar psicológico y social del trabajador. Estos riesgos pueden derivar de factores como la carga de trabajo excesiva, la falta de apoyo organizacional, el contenido emocionalmente perturbador con el que se trabaja, y el estrés continuo. En el caso de los moderadores de contenido, la exposición repetida a imágenes y videos de violencia extrema, abuso, y otros contenidos traumáticos puede llevar a graves trastornos mentales como el estrés postraumático, la ansiedad y la depresión.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el trastorno de estrés postraumático (TEPT) como una condición que puede desarrollarse después de la exposición a eventos extremadamente amenazantes o traumáticos. Los síntomas incluyen recuerdos intrusivos, evitación de estímulos asociados con el trauma, alteraciones negativas en el pensamiento y el estado de ánimo, y cambios en la reactividad y el comportamiento. En profesiones como la de moderador de contenido, donde la exposición a material traumático es diaria y continua, el riesgo de desarrollar TEPT es significativamente alto.

El Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST) ha reconocido la importancia de abordar estos riesgos psicosociales. En su Informe sobre la Estrategia Española 2023-2027, se establece como uno de los objetivos clave la disminución de los daños no solo físicos, sino también los trastornos mentales derivados del trabajo. Entre las líneas de actuación propuestas se incluyen la evaluación del riesgo psicosocial y la implementación de medidas preventivas específicas para proteger la salud mental de los trabajadores.

Dentro de esta estrategia, se destaca la necesidad de realizar estudios epidemiológicos que permitan comprender mejor la relación entre los factores de riesgo psicosocial y la salud mental. Estos estudios pueden proporcionar datos cruciales para la identificación temprana de trastornos mentales y la implementación de intervenciones efectivas. Además, se propone fomentar la investigación sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la salud mental de los trabajadores, ya que estas tecnologías son un componente esencial de muchas profesiones emergentes.

El informe del Observatorio de Enfermedades Profesionales (CEPROSS) y de Enfermedades causadas o agravadas por el trabajo (PANOTRATSS) sugiere la necesidad de ampliar el cuadro de enfermedades profesionales para incluir los desórdenes mentales. Esta ampliación permitiría reconocer oficialmente las enfermedades mentales como resultado de la actividad laboral, facilitando su prevención y tratamiento adecuado.

En el caso de los call centers, aunque ya se han estudiado los factores de riesgo psicosocial, las tareas específicas de moderación de contenidos son mucho más intensas y emocionalmente desgastantes que otras actividades típicas de un call center, como encuestas o soporte técnico. Los moderadores de contenido no solo deben procesar grandes volúmenes de información, sino que también deben lidiar con material perturbador de manera regular, lo que incrementa significativamente su carga emocional y el riesgo de burnout (agotamiento extremo).

El III Convenio Colectivo de ámbito estatal del Sector de Contact Center establece ciertos estándares para la prevención de riesgos laborales, pero es evidente que las tareas de los moderadores de contenido requieren un enfoque especializado. Las medidas preventivas deben incluir no solo evaluaciones regulares de los riesgos psicosociales, sino también el acceso a apoyo psicológico continuo, la creación de zonas de relajación en el lugar de trabajo, y la implementación de políticas de rotación de tareas para reducir la exposición prolongada a contenido traumático.

En última instancia, la adaptación normativa es esencial para garantizar que los riesgos psicosociales en las nuevas profesiones sean adecuadamente gestionados. Esto incluye la actualización del cuadro de enfermedades profesionales para incorporar trastornos mentales específicos y la creación de un sistema dinámico que permita la inclusión de nuevas patologías a medida que se identifican.

Reconocer los riesgos psicosociales y las enfermedades mentales como un componente integral de la salud laboral es crucial para proteger a los trabajadores en un mundo laboral en constante evolución. Las empresas deben asumir la responsabilidad de proporcionar un entorno de trabajo seguro y saludable, implementando medidas preventivas efectivas y proporcionando apoyo continuo a sus empleados. De esta manera, no solo se mejora la calidad de vida de los trabajadores, sino que también se promueve una cultura laboral sostenible y productiva.

5. Conclusiones

La evolución del mercado laboral ha dado lugar a nuevas profesiones que, aunque ofrecen oportunidades únicas, también presentan riesgos específicos para la salud de los trabajadores.

Los moderadores de contenido, desarrolladores de inteligencia artificial y otros roles en el ámbito digital son ejemplos claros de cómo las exigencias modernas pueden impactar negativamente en la salud mental de los empleados. Esto plantea un desafío significativo para el sistema de Seguridad Social y la normativa laboral vigente, que deben adaptarse para proteger adecuadamente a estos trabajadores.

Es imperativo reconocer que los riesgos psicosociales y las enfermedades mentales asociadas con estas nuevas profesiones no son simplemente problemas emergentes, sino que representan un componente esencial de la salud laboral en el siglo XXI. La sentencia del Juzgado de lo Social núm. 28 de Barcelona, que recalificó la incapacidad de un trabajador de moderación de contenidos como accidente de trabajo, subraya la urgencia de esta adaptación. Este caso pone de manifiesto la necesidad de una reevaluación y actualización continua del cuadro de enfermedades profesionales.

Para abordar estos desafíos, es necesario implementar un sistema híbrido que combine el catálogo oficial de enfermedades profesionales con un enfoque dinámico y flexible. Este sistema debería considerar la etiología de las enfermedades y su correlación con las funciones específicas desempeñadas por los trabajadores. Es crucial que este enfoque se centre en los síntomas y la relación con la prestación laboral, en lugar de depender únicamente de una lista estática de enfermedades. De esta manera, se podría responder de manera más eficaz a las nuevas realidades laborales y a los riesgos asociados.

El avance de la tecnología y la creación de nuevas profesiones han superado la capacidad de las normativas tradicionales para proteger adecuadamente a los trabajadores. La inclusión de trastornos mentales y psicosociales en el catálogo de enfermedades profesionales es un paso esencial para cerrar esta brecha. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han subrayado la importancia de reconocer los trastornos mentales relacionados con el trabajo como una prioridad en la salud ocupacional. La investigación y los estudios epidemiológicos son fundamentales para comprender mejor estos riesgos y desarrollar estrategias efectivas de prevención y tratamiento.

Las empresas, por su parte, deben asumir un papel proactivo en la protección de la salud mental de sus empleados. Esto incluye no solo la implementación de evaluaciones regulares de riesgos psicosociales, sino también el establecimiento de políticas y programas de apoyo psicológico. Medidas como la creación de zonas de relajación, la disponibilidad de psicólogos in situ y la provisión de asesoramiento y soporte emocional son cruciales para mitigar los efectos negativos del trabajo en la salud mental.

La calificación adecuada de las contingencias también tiene implicaciones económicas importantes. Si una incapacidad se reconoce como derivada de una enfermedad profesional o un accidente de trabajo, las prestaciones para el trabajador son más favorables y comienzan a pagarse desde el primer día de baja. Además, esto libera al trabajador de la necesidad de probar la relación causal, lo que es particularmente relevante en casos de enfermedades mentales, donde esta prueba puede ser compleja y difícil de obtener.

La protección social adecuada para todos los trabajadores es un pilar fundamental de una sociedad justa y equitativa. Adaptar la normativa a las nuevas realidades laborales no solo protege a los trabajadores, sino que también beneficia a las empresas y a la sociedad en general, promoviendo un entorno laboral saludable y productivo. La actualización continua del cuadro de enfermedades profesionales y la implementación de un sistema dinámico y flexible son pasos esenciales para lograr este objetivo.

En conclusión, es esencial que tanto la legislación como las prácticas empresariales evolucionen para abordar los riesgos psicosociales y las enfermedades mentales en el entorno laboral moderno. Reconocer la relación entre las nuevas profesiones y las patologías emergentes es crucial para garantizar una protección efectiva y justa para todos los trabajadores. Solo a través de una adaptación proactiva y continua podremos asegurar que los beneficios del avance tecnológico no se vean empañados por el costo en la salud mental de los trabajadores.

Juan Jo

Ph.D. in Law & LL.M | Lawyer

Post navigation