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Silencio Administrativo: Un Análisis de la Ineficacia de la Administración Pública

En el ámbito del Derecho Administrativo, el silencio administrativo es una figura jurídica crucial que busca proteger a los ciudadanos frente a la inactividad de la Administración.

Esta herramienta legal, aunque pensada para garantizar derechos y proporcionar seguridad jurídica, se ha convertido, en la práctica, en una manifestación de la ineficacia administrativa.

En este artículo, exploraremos las implicaciones del silencio administrativo, su marco legal, y cómo esta práctica afecta tanto a los ciudadanos como a los propios entes administrativos.

I. Consideraciones Generales del Silencio Administrativo

Para entender el silencio administrativo, primero debemos definir la inactividad administrativa. Esta inactividad se refiere a la ausencia de una respuesta expresa por parte de la Administración dentro de un plazo legalmente establecido. Esta falta de acción puede derivar en consecuencias jurídicas importantes, otorgando al silencio administrativo un papel clave en la protección de los derechos de los ciudadanos.

Eduardo García de Enterría y Tomás-Ramón Fernández definen el silencio administrativo como la ausencia de una voluntad administrativa expresa, que es sustituida por la ley, presumiendo que, a ciertos efectos, dicha voluntad se ha producido con un contenido específico. Esto representa un incumplimiento de un deber legal por parte de la Administración, sin causa justificada.

II. Obligación de Resolver

La Ley 39/2015, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas, en su artículo 21.1, establece la obligación de la Administración de dictar una resolución expresa y notificarla en todos los procedimientos, sin importar si estos se inician de oficio o a instancia de parte.

Este mandato busca asegurar que los ciudadanos reciban una respuesta dentro de un plazo razonable, generalmente no superior a seis meses, salvo que una norma específica indique lo contrario.

Pese a esta obligación, es común que la Administración no cumpla con los plazos establecidos, dando lugar a la figura del silencio administrativo. Este mecanismo, aunque diseñado para proteger a los ciudadanos, ha sido ampliamente criticado por generar inseguridad jurídica y sobrecargar el sistema judicial con recursos innecesarios.

III. Silencio Positivo y Negativo

El silencio administrativo puede ser positivo o negativo. El silencio positivo implica que, ante la falta de resolución en el plazo legal, la solicitud del ciudadano se considera estimada. Por otro lado, el silencio negativo supone que la solicitud se considera desestimada.

En procedimientos iniciados a instancia de parte, la regla general es que el silencio sea positivo, incentivando a la Administración a resolver de manera oportuna.

Sin embargo, hay excepciones importantes, como en casos que afectan al dominio público o los servicios públicos, donde el silencio negativo se aplica para proteger intereses generales.

IV. El Procedimiento Administrativo y el Recurso Contencioso

El procedimiento administrativo es el proceso a través del cual la Administración gestiona y resuelve las solicitudes y reclamaciones de los ciudadanos. Este procedimiento está regulado por un conjunto de normas que establecen los pasos a seguir y los plazos que deben respetarse para garantizar una resolución adecuada y en tiempo.

Cuando la Administración no responde dentro del plazo establecido, se activa el mecanismo del silencio administrativo. Este mecanismo tiene como finalidad proteger al ciudadano frente a la inactividad administrativa, permitiéndole entender que su solicitud ha sido resuelta, ya sea de manera positiva o negativa, dependiendo del tipo de silencio aplicable al caso.

Si el silencio es negativo, el ciudadano tiene derecho a interponer un recurso contencioso-administrativo. Según el artículo 46 de la Ley 29/1998, reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, el plazo para interponer este recurso es de dos meses desde la notificación del acto presunto. No obstante, la jurisprudencia ha flexibilizado este plazo, considerando que la notificación defectuosa (o su ausencia) no debe perjudicar al ciudadano.

El Tribunal Supremo ha reiterado que el silencio negativo no puede equipararse a una resolución expresa en términos de efectos jurídicos, ya que carece de las formalidades necesarias, como la indicación de recursos disponibles y los plazos para interponerlos. Por tanto, se ha sostenido que el plazo para recurrir una desestimación presunta por silencio administrativo puede considerarse indefinido hasta que la Administración cumpla con su obligación de notificar una resolución expresa.

Una sentencia relevante en este ámbito es la Sentencia del Tribunal Supremo de 6 de junio de 2011 (recurso 1538/2008), donde se afirma que el silencio negativo no puede tener los mismos efectos que una resolución expresa. El Tribunal Supremo argumenta que la desestimación presunta de una petición, por su propia naturaleza, no incorpora las menciones legales exigibles a todo acto administrativo, entre ellas, la indicación de los recursos que caben contra la resolución dictada, los plazos de interposición y el órgano ante el que debe sustanciarse.

Otra sentencia significativa es la Sentencia del Tribunal Supremo de 7 de marzo de 2023 (recurso 3069/2021), que fija como doctrina que no procede declarar la inadmisibilidad de un recurso contencioso-administrativo por falta de agotamiento de la vía administrativa previa cuando el acto impugnado sea una desestimación presunta por silencio administrativo. Esta sentencia subraya que la Administración no puede obtener ventaja de sus propios incumplimientos ni invocar, en relación con un acto derivado de su propio silencio, la omisión del recurso administrativo debido.

El Tribunal Constitucional también ha tenido un papel crucial en la interpretación del silencio administrativo. En su Sentencia 52/2014, de 10 de abril de 2014, el Tribunal Constitucional afirmó que no hay plazo para recurrir decisiones desestimatorias por silencio administrativo. El Tribunal consideró que exigir a los ciudadanos una mayor diligencia en la observancia de los plazos legales para la impugnación del silencio administrativo negativo sería injusto, ya que premiaría la inactividad de la Administración.

V. Ineficacia del Silencio Administrativo

La figura del silencio administrativo, aunque originalmente diseñada como una garantía para los ciudadanos, ha demostrado ser profundamente ineficaz en la práctica. Esta ineficacia se manifiesta en varios aspectos clave que afectan tanto a los ciudadanos como al funcionamiento de la propia Administración Pública.

1. Inseguridad Jurídica

Uno de los principales problemas del silencio administrativo es la inseguridad jurídica que genera.

Los ciudadanos, al no recibir una respuesta expresa de la Administración dentro del plazo establecido, quedan en una situación de incertidumbre. No saber si su solicitud ha sido aceptada o rechazada les obliga, en muchos casos, a recurrir a los tribunales para obtener una respuesta clara.

Esta situación no solo es frustrante para los ciudadanos, sino que también va en contra de los principios de transparencia y eficacia que deberían regir la actuación administrativa.

2. Sobrecarga Judicial

El aumento de procedimientos administrativos que terminan en silencio negativo ha provocado una sobrecarga en el sistema judicial.

Los ciudadanos, al no obtener una resolución expresa, se ven obligados a interponer recursos contencioso-administrativos para defender sus derechos.

Este incremento de litigios no solo colapsa los tribunales, sino que también prolonga innecesariamente la resolución de los casos, generando costes adicionales tanto para los ciudadanos como para la Administración.

3. Desconfianza en la Administración

La percepción de que la Administración utiliza el silencio administrativo como una herramienta para evitar su responsabilidad y dilatar la resolución de los procedimientos contribuye a aumentar la desconfianza de los ciudadanos en las instituciones públicas.

Esta desconfianza se ve exacerbada cuando los ciudadanos sienten que la Administración no cumple con sus deberes legales, mientras que ellos están obligados a cumplir con estrictos plazos y requisitos.

4. Abuso del Poder Administrativo

El silencio administrativo, en muchos casos, se ha convertido en una estrategia de la Administración para evadir su obligación de resolver.

Al no emitir una resolución expresa, la Administración puede evitar tomar decisiones impopulares o controvertidas, dejando a los ciudadanos en un limbo legal.

Este abuso de poder pone de manifiesto una falta de responsabilidad y compromiso por parte de los órganos administrativos.

5. Impacto Económico y Moral

El retraso en la resolución de los procedimientos administrativos no solo tiene consecuencias jurídicas, sino también económicas y morales.

Los ciudadanos que inician procedimientos administrativos a menudo lo hacen con la expectativa de obtener una respuesta rápida y eficaz. La demora en la resolución puede afectar sus planes y decisiones económicas, causando pérdidas financieras significativas.

Además, el estrés y la frustración derivados de la espera y la incertidumbre pueden tener un impacto negativo en su bienestar emocional.

6. Ineficacia del Sistema de Recursos

El sistema de recursos diseñado para hacer frente al silencio administrativo también muestra signos de ineficacia.

Aunque los ciudadanos tienen la posibilidad de recurrir a los tribunales para obtener una respuesta, este proceso es largo, costoso y a menudo inaccesible para muchos.

Además, el hecho de que la Administración pueda beneficiarse de su propia inactividad alargaría aún más los procedimientos y perpetúa una situación de desequilibrio entre los derechos de los ciudadanos y las obligaciones de la Administración.

7. Falta de Sanciones y Consecuencias

Actualmente, el sistema legal no contempla sanciones efectivas para la Administración cuando incumple su obligación de resolver en plazo.

La ausencia de consecuencias claras y severas para la inactividad administrativa perpetúa esta práctica y desincentiva a la Administración de mejorar sus procedimientos.

La falta de responsabilidad y rendición de cuentas es uno de los mayores obstáculos para una reforma efectiva del sistema.

8. Propuestas de Reforma

Para abordar la ineficacia del silencio administrativo, es necesario considerar reformas sustanciales que transformen la forma en que la Administración maneja sus procedimientos. Algunas propuestas pueden incluir:

  • Extensión del Silencio Positivo: Aplicar el silencio positivo a un mayor número de procedimientos podría obligar a la Administración a resolver en tiempo y forma, ya que la inactividad resultaría en la estimación automática de las solicitudes de los ciudadanos.

  • Sanciones Más Severas: Imponer sanciones administrativas y penales a los funcionarios y entes administrativos que no cumplan con su obligación de resolver en plazo, incentivando así una mayor responsabilidad y diligencia.

  • Digitalización y Simplificación de Procedimientos: Acelerar la digitalización de los procedimientos administrativos y simplificar los trámites podría reducir significativamente los tiempos de resolución y mejorar la eficiencia administrativa.

  • Fortalecimiento de los Derechos del Ciudadano: Implementar medidas que fortalezcan los derechos de los ciudadanos frente a la inactividad administrativa, como la posibilidad de reclamar compensaciones económicas por daños y perjuicios causados por la falta de respuesta en plazo.

En resumen, la ineficacia del silencio administrativo pone de manifiesto las deficiencias del sistema actual y la necesidad urgente de una reforma integral.

Solo mediante cambios profundos en la legislación y en la cultura administrativa se podrá garantizar una Administración más eficiente, transparente y justa, que realmente sirva al interés general y proteja los derechos de los ciudadanos.

VI. Conclusiones

El silencio administrativo, aunque originalmente concebido como una medida de protección para los ciudadanos, ha mostrado sus limitaciones y deficiencias en la práctica.

La Administración debe cumplir con su deber de resolver en tiempo y forma, proporcionando a los ciudadanos respuestas claras y motivadas. Solo así se podrá garantizar una verdadera seguridad jurídica y restaurar la confianza en las instituciones públicas.

Una reforma sustancial que contemple la extensión del silencio positivo y la imposición de sanciones por incumplimiento podría ser el camino para lograr una Administración más eficiente y responsable.

Mientras tanto, es crucial que tanto los ciudadanos como los profesionales del Derecho sigan vigilando y denunciando las deficiencias del sistema, en busca de una administración pública que realmente sirva al interés general.

Juan Jo

Ph.D. in Law & LL.M | Lawyer

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